El Templo Masónico: una interpretación

templosalomónLa palabra Templo proviene del latín “templum” que nominaba al espacio del cielo que el augur debía mirar para identificar el paso de las aves y realizar sus “augurios” o adivinaciones sobre el futuro de los hombres y las naciones. De acuerdo a algunas fuentes el templum se convirtió en un lugar en el bosque donde los árboles eran talados para poder ver esa fracción del cielo; gráficamente entonces el embobedamiento de los templos posteriores, se hizo siguiendo la lógica de los muros verdes y simbólicamente, puedo imaginar, el recorte del cielo.
Los templos fueron alhajados con las representaciones de los Dioses, las figuras míticas y los adornos destinados a otorgar no sólo educación religiosa sino también ayudar a construir un sentido de comunidad. Como es sabido, en la medida en que las economías esclavistas de la antigüedad crecían, se sofisticaban en sus artes constructivas y con ellas la arquitectura y tamaño de sus templos. Más o menos alhajados, más o menos sofisticados, los templos siempre han guardado para el inconsciente colectivo un mismo y único sentido: el encuentro con el espíritu, con el Creador. Para ello fueron construidos.
Todos los templos, pasados y modernos, guardan aún esa imagen y buscan aún producir efectos sobre los iniciados que ingresan en ellos. Por ejemplo, en todos los templos de las más diversas creencias cristianas o no, el Templo previene al iniciado que ha ingresado en un tiempo distinto y en un espacio diferente. En todos ellos el paso es arquitectónicamente desde la estrechez a la inmensidad, desde el útero materno y hasta la vastedad del infinito.
Nuestro Templo tampoco es una excepción, es de hecho mucho más sobrio en sus construcciones, más parco, pero su simbología no difiere en la invitación a reflexionar sobre nuestro origen y nuestro destino, en fin sobre nuestra tarea masónica respecto de nuestra piedra en bruto. Lo novedoso, es que cada cosa que un Templo masónico representa en tanto símbolo, está allí para su lectura. Cada símbolo está allí para que el masón busque libremente su interpretación más profunda y le dé un sentido en el largo camino de su formación.
El inicio de toda interpretación respecto de nuestro Templo, nos obliga a reconocer una herencia judía: consideramos, igual que los constructores del Templo de Salomón, que el Templo es al mismo tiempo que una representación material del Universo, una representación del ser mismo de quien lo habita. Eso significa que al mismo tiempo que hay un templo exterior, hay uno interior y son ambos la misma cosa. Su divorcio debiera responder únicamente a una cuestión pedagógica explicativa, pero uno no se explica sin el otro.
Respecto del primero, la representación de un Universo sagrado comienza con el despliegue desde el ingreso estrecho hacia la inmensidad de la bóveda celeste representada en las estrellas, el sol y particularmente en la Estrella Flamígera. La circulación de la luz, la forma en que el oriente ilumina el templo a través del desplazamiento de las luces hecha por el Q:.H:.M:. de C:. es una réplica de lo que ocurre con el flujo de la luz solar; la forma en que el movimiento de las luces termina por dibujar la estrella de cinco puntas sobre el Templo es otra forma de explicarnos que estamos en ese minuto dentro del Universo, que es un Universo de tiempo, espacio y discurso novedoso, sacro y protector.
De oriente a poniente, de norte a sur, se dibujan en el Templo las cuatro estaciones, los cuatro puntos cardinales, las cuatro dimensiones de la piedra cúbica. Si sitúan las cuatro dimensiones del universo: arriba, abajo, profundo y tiempo para conectar la Masón con el Todo.
La simbología del Templo comienza entonces a significar a la totalidad del Universo: la luz, la materia, las fuerzas básicas y los elementos que lo forman. La palabra está ahora completando el sentido esotérico pues fluye de una columna a otra con la anuencia del oriente.
El Templo ahora habitado y en movimiento -ley esencial del universo que da origen al tiempo- reúne ahora la dimensión corpórea universal con la individual. Un Templo individual es re cognocido por el Masón. Las columnas lo ponen en contacto entre su ser interior, allí donde habita la piedra que debe cultivar, y el espacio exterior que más tarde saldrá a colonizar; su hígado, que antes limpió su sangre transpolando lo negativo en positivo, se prolonga en su pavimento mosaico, recordándole que del mismo modo su paso por la vida estará lleno de claro – oscuros que deberá transmutar. La cabeza, el cerebro que ahora está desligado de sus pasiones por la puesta al orden, ocupa la primera parte del Templo al oriente. La cadena alrededor del templo formada por la suma de los eslabones que representan al mismo tiempo a sus Hermanos, forman la esencia del movimiento al interior de su cuerpo.
El Templo de un Masón tiene una dimensión dinámica porque no concluye jamás de construirse. Levantamos Templos a nuestras virtudes, es una sentencia hecha en tiempo indefinido para recordarnos que la tarea no tiene fin, y que la representación antropomórfica del Templo físico, al menos simbólicamente, está hecha para recordarnos el bello sentido de tal tarea.

 

One thought on “El Templo Masónico: una interpretación

  1. Es importante reconocer el trabajo del o los HH:. de quienes se han extraído los textos descritos en este documento, citándolos en una bibliografía; ello nos agranda ante nosotros mismos y no nos disminuye ante los demás.

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