En otras entradas a este sitio he aclarado que en relación a los símbolos masónicos debieran respetarse al menos algunos principios para cualquier iniciado en cualquiera de sus grados. En primer lugar, los signos de esta orden acuden a nosotros como una cebolla, es decir cuando hemos reparado en un sentido o una lectura del símbolo, inmediatamente aparecen otras lecturas posibles; en segundo lugar he declarado que el símbolo requiere una vida activa en masonería, es decir que las lecturas que sobre este u otros símbolos, nunca serán suficientemente completos ni profundos tras una lectura en la red como en la vida misma de una Tenida en el Templo de un masón; por último, cada símbolo habla al masón en la Tenida de una forma única porque cada masón lo recibe en un momento inigualable de su vida emocional y hasta psíquica, así que lo que hoy pude ver, observar, oír y hasta hacer vívido de un símbolo, mañana aparecerá de otra manera, con otra lectura, más profunda, en un sentido distinto a la que hiciera ayer.Así ocurre con el pavimento mosaico, que ocupa el centro de nuestro Templo entre el espacio que existe entre ambas columnas y el oriente. Sus significados simbólicos y esotéricos son múltiples y de muy diversas lecturas.
Desde luego la primera lectura es que el pavimento sólo esta hecho en base a dos colores, blanco y negro. Ambos colores ocupan los extremos de la tonalidad de la luz y si ocupásemos la teoría cromática derivada de los estudios que Sir Isaac Newton hizo de la luz, diríamos que mientras que el blanco representa a todos los colores -desfragmentados por un prisma en el experimento de Newton para mostrar todos los colores del arcoíris- el negro representaría la ausencia de luz y por tanto la ausencia del color. En una lectura más esotérica, diríamos que el blanco, representa la bondad, mientras que el negro, la ausencia de bondad. El blanco representaría la totalidad de los valores más sublimes, mientras que el negro lo haría respecto de la ausencia de valor.
Si la masonería adhiriera a una lectura maniquea (religión fundada por Manes o mani durante el siglo III d.C: en lo que hoy sería Irak) se diría que el masón sólo puede optar entre dos opciones, o que el mundo entero, está siempre dividido entre el bien y la ausencia del bien, o entre los valores y la ausencia de ellos. En esta interpretación, el universo y el mundo de lo humano, estarían siempre obligados a elegir entre uno de esos extremos que estarían siempre en pugna. Sin embargo, para nosotros, ambos extremos representan las puntas de una línea en tensión que originan el movimiento de las cosas y los seres humanos, casi al modo de un péndulo. El pavimento se ha hecho en base a un principio binario (blanco y negro) para recordarnos es principio. Todo puede ser ordenado en base a un par ordenado que representa los extremos de una vibración, esa vibración es el movimiento en el universo, del cual el masón es uno más.
Como resulta lógico derivar de la lectura, la vida profana nos lleva de un extremo a otro sin mucha racionalidad ni nos da suficiente tiempo como para razonar acerca de nuestras decisiones, basadas más en las pasiones que en el pensamiento racional. La tarea de todos los masones -aprendices al fin y al cabo todos hasta el día en que decoran el Oriente Eterno, es pues dejar de lado las pasiones y utilizar la templanza para buscar siempre el justo medio. A ello se llega cuando hemos logrado dominar en cada grado, las herramientas que nos fueron entregadas.
Una segunda lectura, es que se trata de dos figuras fundamentales en otros símbolos de la Orden. Cada pavimento mosaico está formado de cuadrados alternados en sus colores que ocupan la mayoría del mismo, y una dentada de triángulos rectángulos que encierran la figura alternadamente en ambos colores, con el vértice hacia adentro los triángulos negros, y el vértice hacia afuera los triángulos blancos.
¿Por que son cuadrados?. Una primera lectura es que cada cuadrado es dos veces un triángulo rectángulo isósceles que es la forma más compacta y de mayor resistencia que usted pueda encontrar. No en vano las cerchas de las casas, ocupan casi todas la forma triangular rectangular. Pero además, el cuadrado, blanco o negro, representa un número esotérico muy hermoso: el cuatro. Número de las cuatro estaciones del año; de las cuatro extremidades; los cuatro puntos cardinales; los cuatro puntos de una cruz. El cuatro representa entonces la organización, la estabilidad, el método, la búsqueda del equilibrio.
Pero hay una lectura más para el iniciado. El cuadrado representa el principio binario de los caminos posibles que el masón, libre, decide utilizar para la búsqueda del conocimiento. En esa misma línea binaria, el cuadrado representa al mundo, a lo material, lo físico que es el universo en el que más usualmente nos movemos.
¿Por qué hay una dentada de triángulos rodeando al pavimento? El perímetro del pavimento esta construido de una verdadera dentada de triángulos que se alternan no solo en color -blanco y negro- sino además respecto de la posición de sus vértices. Los triángulos negros, tienen sus vértices mirando hacia el pavimento, porque representan aquellos principios, actos, deseos o pulsiones que no reflejan los valores de un iniciado; ellos representan aquello que traemos del mundo profano a nuestras Tenidas. Mientras que los triángulos blancos tienen sus vértices orientados hacia afuera del pavimento porque representan aquello que mudamos después de su transmutación hacia el Templo y hacia el mundo profano (“…no aspiramos al descanso, nuestros trabajos apenas comienzan…”) pues nuestra tarea es llevar la luz y no la oscuridad allí donde nos encontremos.
En esta última lectura, el Pavimento Mosaico representa el poder de transmutación de las energías que llevamos y traemos. Si tuviéramos que hace una metáfora del Pavimento Mosaico con algún órgano del cuerpo, tal y como puede hacerse con cualquier símbolo del Templo, se diría que él está representado en el hígado. El hígado es el órgano que purifica nuestra sangre.
Creo que lo esencial de este símbolo masónico es atender a la maravillosa fuerza creadora de la dualidad y a la inspiración del movimiento entre opuestos como una ley de la vida; su segunda fuerza inspiradora está en la obligación del masón por transmutar aquello que el mundo profano instala en nosotros y que carece de valor en las enseñanzas que obtiene de su Tenida.
Después de todo, la mejor expresión de nuestra tarea es siempre “cavar fosas a nuestro vicios y construir catedrales de virtudes.”
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